Únicos

Categoría: César, habitación 13

     Los copos de nieve son, quizás, las estructuras más hermosas y delicadas de la naturaleza. Si fuésemos capaces de verlos aumentados podríamos observar que están compuestos por un número variable de pequeños cristales de hielo entrelazados, con una marcada tendencia a presentar patrones hexagonales. Aunque la física que rige la formación del hielo hace tiempo que es conocida, el mecanismo por el cual el vapor de agua se condensa en la atmósfera y crea estas frágiles y sutiles formas sigue siendo un misterio; y lo es más cuando se descubre que este proceso no ha creado hasta el momento dos cristales iguales. Jamás.

     Ha estado nevando casi todo el día. Poco antes del amanecer la ventisca que debía cruzar el valle y perderse hacia el norte decide quedarse. Ahora, bajo el tímido sol del final de la tarde, lo único que vemos es una inmensa extensión blanca. Si fuésemos esquimales quizás podríamos nombrar varias decenas de blancos, pero no lo somos, y no podemos más que distinguir un pequeño punto rojo a mitad de camino hacia la cumbre: dos figuras silentes, juntas, enfrentadas; sentadas como si estuviesen utilizando uno  de esos curiosos sillones con forma de ese, tan comunes en los salones de finales del XIX. Sus brazos izquierdos entrelazados. Las respiraciones, casi acompasadas, están dejando una fina capa de escarcha alrededor de sus bocas. Y aunque las gafas protectoras apenas permiten distinguir sus ojos, cualquiera podría ver que se están mirando.

     Les sobra experiencia para reconocer la situación. Saben que es una cuestión de tiempo y que no pueden permitirse el lujo de perderlo.

     Ha dejado de nevar, tampoco hay viento. El sol que se cuela por debajo de las nubes está tiñendo de naranja, de rojo, toda la ladera. Por un instante las dos figuras desaparecen; el tiempo se funde.  

     Ahora es hace seis años; es el día que se conocen; es el día que, arrastrados por sus parejas, deciden probar que es eso de escalar en un rocódromo; es el día que, unidos por su torpeza, se hacen amigos. Para toda la vida.

     Ahora es hace poco más de cinco años; es el día que alcanzan la cima de su primer 4000; es el día que se dan cuenta que -por encima de todo- les gusta escalar, que esta es su vida.

     Ahora es hace cuatro años y medio; es el día que realizan su primera ascensión sin compañía; es el día que comprenden que nadie quiere escalar con dos “pirados” que -en vez de concentrarse en lo que están haciendo- se pasan todo el tiempo hablando de su vida.   

     Ahora es hace dos años; es el día que están rematando los detalles de su primera ascensión a un 8000; es el día que, bien por la proximidad de la aventura, bien por la proximidad física, sienten que les une algo más que la amistad; es el día que descubren cuál es su destino en la vida.

     La presión de una de las manos se incrementa por un instante, como una pequeña punzada, y después se relaja, lentamente, hasta dejar de sentirse. El diafragma libera un último aliento, cálido y húmedo, que al contacto con el frío ambiente se condensa y crea un pequeño copo que se aleja flotando ladera abajo; en su viaje se encontrará con otros muchos: cientos, miles. Todos parecidos en su forma externa. Todos distintos en sus historias cristalizadas. Todos únicos.

Etiquetas: blanco, Hb13, relato, vida

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