Inquietud | 05.04.14
No sabía cómo explicarlo pero notaba que algo había cambiado. Aunque todo a su alrededor estaba donde recordaba, nada parecía estar donde debía.
Y la luz… esa luz… qué extraña era esa luz de mediodía…
Tarde de cine | 12.04.14
Las tardes de sábado son especiales. Después del telediario, dibujos y película. Aunque, bueno, desde que quitaron Mazinger ya no veo mucho los dibujos. Pero no me pierdo las películas, sobre todo las de aventuras. Y hoy creo que es de las buenas. Hoy ponen…»King Kong».
En la cima | 20.04.14
A 8000 metros de altura, allí donde sólo unos pocos han puesto sus pies, erguido y con el sol a sus espaldas se dio cuenta de que en la cima no veía su sombra. Y la echó de menos.
El rostro | 15.06.14
Finalmente aceptó uno de mis regalos.
Se puso la pamela y se giró. Le bastó una simple mirada para hacerme saber que los dos metros de vacío que nos separaban seguirían vacíos para siempre.
Ocaso | 10.08.14
Ahí estaba, esperando que el último rayo de sol se colase desde el fondo del valle e iluminase la ladera opuesta. Concluido el espectáculo saltó de la rama en la que permanecía posado y, volando sobre las copas de los árboles, se perdió en la espesura del bosque.
TQM | 14.12.14
«Te quiero M». Es lo único que decía el grafiti. Y lo decía 387 veces. Paredes, puertas, ventanas, coches, señales de tráfico; en un radio de cuatro manzanas todo espacio disponible fue ocupado por este mensaje que nunca llegué a saber si era una declaración de amor, una explosión de júbilo, el fruto de un desamor o un deseo inconfesable, finalmente liberado.
Alicia | 26.12.14
He leído y releído «Alicia en el País de las Maravillas» y siempre me asalta la misma duda. Cuando Alicia, al principio de la historia, persigue al conejo blanco mientras este entona el «no llego a tiempo, no llego a tiempo», ¿de dónde puñetas venía el conejo?
Willkommen, Bienvenue, Welcome | 09.04.16
Después de una semana de perros en la oficina (jefes, compañeros y clientes incluidos), con tres broncas en casa de mis padres y un amago de ruptura con Cuqui, que el viernes por la noche un tipo fornido, de más de metro ochenta, subido a unos tacones de aguja de diez centímetros y enfundado en un chaqué de lentejuelas y pedrería me diese la bienvenida en tres idiomas no sólo no me descuadró, si no que me dio una paz infinita.
El pasadizo | 11.05.15
Llevo un buen rato observando la pared, esperando que me devuelva alguna señal, algo que me indique qué hago en este pasadizo que me resulta a la vez tan familiar y tan desconocido. Recuerdo estar haciendo algo y sentir un ruido sordo atravesándome de parte a parte. Y nada más. Miro a la derecha: una mujer coge mi mano. Ella también mira la pared.
Verano | 07.06.15
Si hay algo que echo de menos de ser un crío es esa sensación que siempre tenía a finales de agosto de que el verano se acababa. El sol ya no calentaba igual y cuando salíamos de la alberca al final de la tarde teníamos que taparnos con las toallas para no tiritar. Todos nos mirábamos, todos lo sabíamos. Nos quedábamos callados un buen rato y entonces Josete, que de la panda era el único que vivía en el pueblo todo el año, soltaba su famoso «el último en llegar al cobertizo es un plazinpollas»: a correr y a reír. ¡Qué queréis! éramos unos críos.
Luz que sopla | 29.06.15
6 de agosto de 1945, imposible olvidar el día en que me casé con la mujer de mi vida: Hikari, mi Luz.
Tras la ceremonia paseamos por el parque que había al lado del templo. Nos miramos. Me pareció que la blancura de su tez lo iluminaba todo. En un instante la luz comenzó a soplar, rápido, muy rápido, y ambos fuimos borrados.
Me pregunto si el recuerdo vivirá sin la persona.
Canito | 12.07.15
Canito era el chihuahua de doña Julia. El pobre perro se pasaba el día tiritando, aunque nunca pudimos saber si era de frío o de puro pánico: a la que se descuidaba, su dueña lo agarraba y lo abrazaba estrujándolo contra sus enormes pechos, y Canito desaparecía.
El Brabucón | 12.10.15
Lucía es la dueña del bar El Brabucón, el que está en la calle de San Ernesto, casi llegando a la Plaza Mayor. En las noches de verano, antes de cerrar, si queda algún parroquiano apurando su bebida en la terraza, se sirve una caña y se sienta con él a charlar de lo que sea. ¡Anda que no me he tomado yo cañas y cañas esperando a ser ese último parroquiano en las noches de verano!
Contigo | 03.01.16
Todos girábamos a su alrededor, más como polillas que como planetas. Yo era joven e inexperto y ella mayor y malota. Me susurró amor y me derretí, me prometió futuro y la creí, me ofreció pan y cebolla y yo lo acepté. Yo era joven e inexperto, y nunca había visto una cebolla.
Espera | 23.05.16
He recorrido toda la ciudad en su busca. He visitado los lugares que frecuentábamos todos los días. He repetido todas nuestras rutinas: todo sin éxito. No sé dónde podrá estar. Sólo me queda una opción, esperar en el aparcamiento desde dónde regresábamos a casa. Tiene que aparecer. No puede haberse ido sin más. Después de pasar todo el verano conmigo… Sin duda se habrá perdido. Esperaré. Esperaré aquí, sin moverme, todo el tiempo que haga falta. Quizás alguien me dé un poco de pan duro y me deje un cuenco con agua…
El vuelo | 07.05.16
… digo que, cuando levanté la mirada, toda la sala estaba viendo como volaba Roco, el portero del local … digo que, tras el estruendo de la caída, todos giramos la cabeza hacia el otro extremo de la sala …. y digo que allí solo estaba el canijo ese con la cabeza medio ladeada y una sonrisilla en los labios.
El perro | 11.06.16
Sabía bien que, siendo el hombre más poderoso de la ciudad, nadie se atrevería a llamarle por su apodo a la cara: Perro. El sobrenombre, más que a alguna característica propia, hacía referencia a la falta de pureza de sangre en su linaje, algo que le molestaba especialmente.
Decidió poner a cada cual en su lugar. Mando construir un gran palacete e invitó a la inauguración a ilustres y principales. Los invitados, al llegar, no tenían otra opción que subir por una escalinata que se iniciaba a los pies de la estatua de un perro mil leches que, guardando el escudo de armas entre sus patas, mantenía la cabeza erguida un palmo por encima de la de cualquiera que lo observase.
Y dejó la puntilla para el final: mando que el primer escalón quedase basto e irregular, así que, si uno no quería tropezar y caer, tenía que mirar dónde ponía el pie, inclinando sin remedio la cabeza ante «el perro».
Vencejos | 22.08.16
Todas las tardes repite el mismo ritual; en cuanto el sol baja lo suficiente, Gregorio se sienta en el poyo de su casa, pone a su lado el café que le durará toda la tarde y dedica toda su atención a la observación de los pájaros más rápidos que yo haya visto nunca. No me doy cuenta, también me está observando a mí. «Vencejos», me dice. Pillado por sorpresa sólo alcanzo a decir «¿qué?».
-Son vencejos. En dos días no quedará ni uno.
-¿Volverán?
-Sí, pero ya no serán los mismos.
-Como todos.
-Sí.
Desde la oscuridad | 12.11.16
Me paso las tardes de invierno sentado en este banco; total, no tengo nada mejor que hacer. La bombilla de la farola que tengo al lado se fundió hace tres años y nadie se ha molestado en cambiarla; tampoco nadie lo ha reclamado. Desde aquí, protegido como estoy por la oscuridad, observo lo que pasa al final de la calle: allí la farola sí funciona. A la gente, como a las polillas, les da siempre por ir a la luz; y yo, todas las tardes, tengo sesión de teatro.
Caperucita | 22.04.17
Hay un bosque y una niña con un encargo.
Hay noche cerrada y un lobo con mucha hambre.
Hay un único camino y un encuentro en ciernes.
Hay un juego del ratón y el gato.
Hay un asalto, una pelea, una lucha sin cuartel.
Hay calma iluminada por la luna.
Hay un lobo que aúlla y patalea embutido en la tripa de una niña feroz.